23 de agosto de 2007

El monasterio de San Antolín de Bedón

A diez kilómetros de la villa de Llanes y cerca de la desembocadura del río Bedón, donde comienza el valle de San Jorge, se ve en el solitario y romántico paisaje, rodeado de montañas, el antiguo y abandonado monasterio de San Antolín. Su fundación data de fines del siglo X, y siempre lo habitaron monjes de San Benito hasta el año de 1544 que fue abandonado y pasaron a San Salvador de Celorio. Es de arquitectura bizantina, con alguna mezcla de gótico, como restaurado a principios del siglo XIII por el abad llamado Jacobo.



Iglesia de San Antolín de Bedón


Son muchas las leyendas que han perdurado a lo largo de los siglos y que todavía se siguen transmitiendo de padres a hijos. Al parecer, los lugareños de la zona dicen que por las noches se aparece la imagen de una mujer a la cual es conocida como "La huérfana de San Antolín". Hay quien dice que se aparece
junto a su amado, ambos vestidos de época y manchados de sangre debido a su cruel asesinato llevado a cabo por el Conde de Muñazán. Pero bueno, como bien sabemos... son todo leyendas (eso espero xDDD)

Algunas de las casas abandonadas del monasterio


Antiguas celdas.

Reconozco que si llego a saber todo esto hace unas semanas... creo que no hubiese ido xDD Me daría tanto yuyu que no habría sido capaz de entrar. Además estabamos solos y ya si de por sí acojonaba, entonces ahora... xDDDDDD No soy de las personas que creen en cosas paranormales porque nunca he visto nada pero si confieso que me da algo de respeto pero bueno, soy muy miedicas xDDDD Así que mi opinión no cuenta jejejejje


Os dejo algo de información sobre las leyendas para quien le pueda interesar conocer algo más aunque sólo sea por culturilla general, así le llamo yo (:

REALIDAD O LEYENDA


Varias leyendas se escribieron sobre las causas de la fundación de este convento. En una de ellas se dice, que el Conde Muñazán, amaba con ciega pasión a una bellísima joven, llena de encantos y atractivos, embeleso del valle de Posada, y que el Conde libertino, aunque de arrogante figura, se dirigía un día a la casa de la doncella, cuando notó a cierta distancia un enorme jabalí; que no bien le apunta con la ballesta, cuando el animal desaparece como una sombra, ocupando su lugar una misteriosa luz que iluminó el espacio algunos momentos, creyendo el enamorado galán ver en esto una señal, o más bien, una revelación del sitio en que había de entregarse a la meditación y al rezo; y que de aquí nace la fundación del monasterio.


En otras leyendas se supone, que el Conde Muñazán, o más bien Munio Rodríguez Can, conocido por ambos nombres, había sido sorprendido por violenta tempestad, en una partida de caza, sin poder ver una choza en la que albergarse, y que abandonado al instinto del caballo que montaba, cerró la noche y se encontró entre tinieblas, rasgadas a veces por fuertes relámpagos; y que después de mucho correr llegó a un sitio en que percibió débil resplandor a poca distancia, que salía de una cabaña, a la que se aproximó, y lanzando una mirada al interior, vio de rodillas a una bellísima joven, a quien llamaban la huérfana de San Antolín; que encendido el pecho del Conde de impuros deseos, entró y la requirió de amores con pomposas ofertas, y hasta con amenazas, tratando de sujetarla con sus brazos, ella se desprendió de el huyendo de la cabaña: y al pretender seguirla Don Munio, un vivísimo relámpago le deslumbró, quedando todos los alrededores sumidos en densas tinieblas; y a los primeros albores del siguiente día, por más que buscó a la muchacha, no pudo encontrarla; la joven pasó aquella noche de frío y horror, azotada por la lluvia, en el estrecho hueco de un humilladero, pidiendo a San Antolín la librase de su miserable perseguidor; algunos días después, andaba el Conde por las montañas de San Antolín, y se acercó a la vivienda de la huérfana; y al mirar por la ventana como la primera vez, una feroz sonrisa plegó Sus labios, crispó los puños, y su boca lanzó una blasfemia, por haber visto con las manos enlazadas, y el rostro resplandeciente de dicha, sentados en un escalón,a dos jóvenes, que eran la huérfana y su amante llorado, que sano y salvo volvía de lejanas tierras a aquel nido de amor; la furia de los celos nubló el cerebro del Conde y armándose de dos lanzas, las arrojó con fuerza, una después de otra, sobre los enamorados, dejándolos cadáveres; y penetrando en la cabaña contempló su obra, y ante aquel asesinato sintió un profundo malestar; sus ojos miraban sin ver y un rumor confuso agitaba su alma, principio de un remordimiento que despertaba. Tuvo miedo y huyó; en todas partes y a cada momento, la conciencia le gritaba Asesino; y por más que trató de ahogarla, por espacio de cinco años, no pudo conseguirlo; arrastrado Muñazan providencialmente hacia San Antolín por tercera vez, tuvo allí la milagrosa aparición de los dos jóvenes amantes, quienes con los ojos fijos en su asesino, le mostraban las heridas aun vertiendo sangre, y entonces el ángel Custodio, inspiró a Munio Rodríguez el pensamiento de construir allí un monasterio, así lo hizo y abandonando los lujos mundanos, vendió todas sus pertenencias,y lo cambio por el tosco sayal, encerrándose en aquel con otros no tan necesitados de la divina clemencia.


CAUSA DE LA FUNDACION DEL MONASTERIO


El joven infanzón Munio Rodríguez Can, conocido mas bien por el Conde Muñazan, hijo del poderoso caballero Don Rodrigo Álvarez de Asturias, Señor del territorio de Aguilar en Llanes, abuelo del Cid, tenia dos hijos mas, Nuño Álvarez (de quien viene la descendencia de los Álvarez de Asturias) y Teresa Núñez (Madre del Cid, que se caso con Diego Lainez de burgos). Cierto día de la última decena del siglo X, corría aquel fogoso joven tras un jabalí para darle caza, y cuando se hallaba próximo a el le arroja una lanza, y creyendo habérselo clavado en el corazón. Avanzo el mozo a recoger la presa, y ¡oh prodigio! en lugar de la fiera, se encuentra con una misteriosa y deslumbrante luz a los pies de una pequeña imagen de San Antolín. Aunque libertino D. Munio, era también católico ferviente, y creyó que aquella aparición, no era más que un aviso del cielo llamándole a la oración. Inmediatamente dispuso lo necesario, mandando construir en el mismo sitio un monasterio con la advocación de aquel Santo; y antes que finalizase el siglo diez, vio cumplidos sus deseos, y que estuviese habitado por monjes Benitos. El primero que se enterró en la iglesia de este convento, fue su mismo fundador, y aun se ve en el día un sepulcro de la familia de Aguilar al que el pertenecía. Otro enterramiento se conserva también con un letrero que dice: «Aquí yace Diego Fernández el caballero de Posada», y tiene grabadas encima sus armas, y el hábito de Santiago. También en el sepulcro de los Aguilares, se depositó el cadáver del esforzado Caballero Diego Álvarez Posada, nieto de Don Rodrigo Álvarez de Asturias y sobrino de don Munio.



Próximamente hablaré del palacio de Niévares. Hasta más ver (:


Dulce.

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